Hay un tipo de persona muy particular a la que le encanta que pasen cosas malas. Seguro que os ha venido alguien a la cabeza. Algún amigo, algún familiar. Una vez recibí una llamada de uno de estos, pidiéndome que bajara al pueblo con urgencia puesto que mi padre iba a morir en breves. No pasó. Ni siquiera padecía una enfermedad grave. Podría haberme enfadado, pero lo cierto es que soy capaz de meterme en la piel de esa persona y entender el placer –que yo no comparto– de notificar una mala noticia. Llamémoslo morbo, llamémoslo protagonismo. Esta gente tiende, además, a esperar que cualquier suceso extraordinario tenga su razón de ser en una conspiración. Con el corte de luz vivido ayer, estas teorías se dispararon y estas personas, que suelen ponerse en el peor de los escenarios, disfrutaron de unas horas de verdadero deleite. Fueron unas vacaciones pagadas en un resort de lujo donde desearon que el caos explotara para poder decirnos al resto de mortales: os lo dijimos.
Recuerdo que en el final de una película de Sorogoyen –ejem, ejem– “El reino”, la periodista –interpretada por una Barbara Lennie inspirada a su vez en Ana Pastor– rompía la cuarta pared para regañar al espectador. Tú también eres corrupto, venía a decirnos. Otra forma de sintetizarlo sería la manida frase: “Cada sociedad tiene los políticos que se merece”. No sé quién la dijo, ni me voy a molestar en buscarlo porque escribo este texto desde las entrañas y no desde la estructura concienzuda que –espero– caracteriza normalmente mi escritura. El caso es que salí de ese pase en el cine muy enfadada. Hace ya como siete años de aquel momento. Fue mi primera vez en los cines Golem. ¡Hasta iba acompañada de un medio novio con el que duré pocos meses! Como fuera, pensé: Perdona, ¿quién te crees tú para señalarme a mí? ¿Acaso sabes tú lo cívica o lo íntegra que soy?
Hubo un genio que ya expresó mejor la idea que os quiero transmitir. Alguien que huye del cinismo y también de la crítica al mismo. Alguien tierno que, sin quererlo, se convierte en una especie de oráculo. En Caro Diario de Nanni Moretti hay una escena en la que el propio Nanni acude al cine. Ve una película en la que los personajes repiten frases del estilo:
Ahora todo ha cambiado. Has empeorado. Eres incapaz de sentir nada auténtico. Hemos envejecido, agriado, somos unos corruptos en nuestro trabajo. Gritábamos cosas horrendas, violentísimas. Y mira cómo nos hemos afeado todos.
Él, Moretti, remata en voz en off: Vosotros gritabais cosas horribles, violentísimas y vosotros os habéis afeado. Yo gritaba cosas justas y ahora soy un cuarentón estupendo.
Eso mismo pensaba ayer cuando se anticipaba el aluvión de cartas a la directora y demás moralidades que inundarían nuestras fuentes de información condenando la electricidad y la conectividad. “Oh, qué ciegos hemos estado”. “Esto debe servirnos para pensar más en los demás”. “Hemos vuelto a los 90 por unas horas. Esos sí eran buenos tiempos”. “La droga del siglo XXI es el smartphone”.
Como absoluta fanática de mi presente y sin querer sonar condescendiente, dejadme que os diga que lo que más nos ha robado la relación con los demás es el espacio y tiempo físico que no pasamos con ellos, esto es, el trabajo. “Estamos enganchados al teléfono móvil”, “tenemos dependencia a las redes sociales”, “nos hemos olvidado de lo verdaderamente importante: la gente”. Vosotros os habéis olvidado de la gente. Vosotros no salís a la calle a celebrar la vida en comunidad. Yo uso las redes y sigo abrazando a mi madre tanto o más que cuando era pequeña.
G.
siii!!! no soporto a este tipo de gente tan agorera, recuerdo en la pandemia el "esto se va a alargar más" "hay mucho que no nos dicen" parecía que los ojos les hacían chiribitas cuando se anunciaba otra prórroga del estado de alarma, schadenfreude? terrible...y una parte de mí se alegró de que el apagón nos pillase en plena jornada laboral y no el día 1 con la de desplazamientos previstos por el puente de mayo que hay. Aun así, todas estas situaciones extremas lo único que hacen es subrayar más la desigualdad y demuestran que solo unos pocos las pueden pasar de manera agradable, sufro acordándome de todos los trabajadores que pasaron horas esperando al autobús y que pasaron calamidades para llegar a sus casas del sur de madrid. En fin, la gente debería de recordar que tenemos más margen de actuación del que creemos, que lo bueno, lo de crear comunidad, salir a tocar césped y demás se puede hacer sin que haya un corte del suministro eléctrico. Un abrazo <3
Que locura Gema, ojalá nunca dejes de escribir. Siempre tienes tanta razón que da hasta miedo 🫶🏻